Cuando duermes,
poco tiempo después de la espuma,
junto a mi corazón, abrazada,
ausente como el sonido
de nuestras mudas palabras.
Es el tuyo tal vez, o es el mÃo,
ese claro latido que habla,
cuando duermes.
Cuando duermes,
lejos ya del ingrávido origen,
con mi brazo cosido a tu espalda,
no tengo por qué mirarte,
los ojos no me hacen falta.
Tú me ves con tu vientre cumplido,
yo te veo a través de esta calma,
cuando duermes.
Cuando duermes,
no es tu cuerpo desnudo el que estrecho
ni el calor del reposo que manas,
sujeto los horizontes
del sueño que te traspasa.
Y agarrado a ese sueño sumiso,
me despierto y no hay nadie en mi cama,
cuando duermes.
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