Un dÃa él llegó de un modo diferente
del que acostumbraba a llegar,
Y la miró de un modo más ardiente
del que siempre acostumbraba a mirar,
Y no maldijo a la vida tanto
como acostumbraba a murmurar.
Y susurrando un canto,
harto ya de espanto,
ke propuso ir a caminar.
Entonces ella se puso tan linda
como hacia tiempo no intentaba mas.
Con su vestido blanco y escotado
que olÃa a guardado de tanto esperar,
Después ellos se dieron las manos
como hacia tiempo no se usababa dar.
Y llenos de ternura y gracia
fueron a la plaza para poderse abrazar
Y allà bailaron tanta danza
que la vecindanza toda despertó.
Y fue tanta la felicidad
que toda la ciudad se iluminó.
Y fueron tantos besos locos,
tantos gritos roncos,
de esos que no se oÃan mas,
que el mundo comprendió
y el dÃa amaneció
en paz
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