Van los soldaditos llenos de valor
mas al marchar olvidaron
que hay que tener tambor;
pero como el batallón
necesita algún tambor,
en la panza le pegan de palos
al sargento Barrigón.
Van los soldaditos llenos de valor
aunque tal vez, por precaución
se agacha el general
para dejar pasar
los corchos que dispara su cañón.
Muy derechos sin mirar atrás jamás
van los valientes de plomo
siguiendo a su general;
el honor pide guerrear
atacar con decisión
a un par de payasos burlones
que se rien del batallón.
Van los soldaditos llenos de valor
y al disparar su gran cañón
primero hace: ¡pum!
luego truena: ¡pom!
tumbando a los muñecos de cartón.
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