Tempranito a comer
llegó Papá Elefante;
se aflojó su cinturón,
se soltó los dos tirantes.
Y Papá Elefante,
contento y barrigón,
se sirvió su sopa
con el cucharón.
Junto a él, un elefantito
estaba sentadito
sin comer, sólo jugueteaba
golpeando la cuchara.
A ver, hijito, si tomas tu sopa.
Y cuando comas no suenes la boca.
¡Pero papaÃto,
es que no me gusta
sopas de lenteja ni frijol!
Yo quiero un pedacito
que sea muy grandote
de aquel pastelote
de limón.
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