Oye el niño boquiabierto
la canción de las cigarras,
la canción de las
cigarras,
la canción de las cigarras.
Niño la tabla del
cinco...
Repita toda la tabla....
Dígame niño, ¿qué comen
árboles,
hierbas y plantas?.
Conjugue el verbo ""callarse""...
niño salga a la
pizarra...
y escriba cuarenta veces:
""Yo no sé nada de nada"".
Y
el niño escucha suspenso,
la canción de las cigarras,
la canción de las
cigarras,
la canción de las cigarras.
""Niño, no cruces la
calle...
Niño, te quedas en casa...
Niño, silencio, no grites...
Niño,
la puerta, no salgas...
Niño, la sopa está fría...
Niño, no sé qué te
pasa...
Niño, ¡qué mal educado...
cuando hablo yo, tú te
callas!.""
Y el niño escucha perplejo
la canción de las
cigarras,
la canción de las cigarras,
la canción de las
cigarras.
""Niño, no digas mentiras...
Niño, levanta la
cara...
Niño, no toques los libros...
Niño, cierra la ventana...
Niño,
no pises el barro...
pero niño, ¡por Dios, que te manchas!...
Niño inútil,
niño tonto...
que no sirves para nada...""
Y el pobre niño no
entiende
la canción de las cigarras,
la canción de las cigarras,
la
canción de las cigarras.
Pasará el tiempo y el niño
pensará en una
muchacha.
Se dejará la inocencia,
Dios sabe, dónde olvidada.
Venderá
por cuatro cuartos,
la libertad, la esperanza.
Tendrá un amor y unos
hijos,
tendrá un jornal y una casa.
Y sin darse apenas cuenta,
como por
arte de magia,
este pobrecito niño
se convertirá en cigarra.
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